Becquer

Asomaba a sus ojos una lágrima y a mi labio una frase de perdón; habló el orgullo y se enjugó su llanto, y la frase en mis labios expiró.Yo voy por un camino; ella, por otro; pero, al pensar en nuestro mutuo amor, yo digo aún: —¿Por qué callé aquel día? Y ella dirá: —¿Por qué no lloré yo?

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Suavecito me pusiste todo en su lugar,
suavecito, como un juego para armar,
empezaste corrigiendo males al azar,
como al barro el alfarero, como brisa de aguacero,
conquistaste… Suavecito.

Colocaste besos justamente en el lugar,
suavecitos, cirugía para curar,
las heridas que dejó el pasado sin sanar,
y en el caos de mi infierno instalaste tu gobierno,
y arrasaste… Suavecito.

Suavecito,
fuiste casi imperceptible,
sin prisas de a poquito,
colocaste tu bandera inamovible.

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