Becquer

Asomaba a sus ojos una lágrima y a mi labio una frase de perdón; habló el orgullo y se enjugó su llanto, y la frase en mis labios expiró.Yo voy por un camino; ella, por otro; pero, al pensar en nuestro mutuo amor, yo digo aún: —¿Por qué callé aquel día? Y ella dirá: —¿Por qué no lloré yo?

sábado, 27 de noviembre de 2010

No hay miedo a caer, no hay miedo a tropezarse.
Hay miedo a no poder volver a levantarse.
El temor es inevitable, ante una situación que no se conoce pero ahí es donde uno crece.
Superarse, evolucionar, depender tan solo de uno mismo.
Que el único limite al avanzar, lo establezca la propia Voluntad.


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