Hay días en los que uno se encuentra perdido, como si estuviera en un laberinto. Por mucho que lo intentas, das vueltas y vueltas sin encontrar la salida.
Algunos caminos están llenos de rosas, les da el sol y parece que te conducirán directamente al final, pero al girar una esquina aparecen las espinas...espinas afiladas que se te van clavando mientras avanzas, espinas que duelen hacia dentro, y que te obligan a pararte o a dar media vuelta.
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